martes, 26 de junio de 2018

Mi visión como periodista


Este miércoles 27 de junio se celebra el bicentenario del Correo del Orinoco, y, por ende, el Día del Periodista. Utilizo el verbo celebrar, porque conmemorar tiene otro significado. El Correo del Orinoco, tal como lo formuló nuestro Padre de la Patria Simón Bolívar es  símbolo de libertad, de difundir la verdad, de ser guardianes de la noticia y de la información. Para eso nacimos periodista.
Esta digna profesión, no es como aquella que se busca para resolver un problema económico. Ser periodista es darle sentido a la historia que todos los días se construye, bajo la premisa de que somos los intermediarios entre el pueblo y sus actores primarios. No me gusta utilizar sociedad, porque pareciera formar parte de quienes venden  la Patria con tal de saciar sus bajos instintos.
Escuchaba a un periodista decir, el pasado lunes, que en Venezuela hay persecución a los periodistas, hay censura, no se permite ingresar a las instituciones públicas. Recordé aquel chiste del entierro de un abogado, cuando el cura, en el cementerio, decía: hoy entregamos a la tierra un padre maravilloso, un esposo digno y un profesional a carta cabal. La viuda, agarrando a su único hijo por el brazo, le dijo: Hijo nos equivocamos de entierro. Pues sí, así ocurre hoy con el periodismo.
Hay periodistas que fijan lo que se debe decir en las corporaciones, cumpliendo, por supuesto, con el mandato del patrón. Tenemos una estirpe de comunicadores que, cuando no está de acuerdo con las respuestas de su interlocutor, arremete como un activista más de la política. Usan las redes sociales para establecer estrategias y tácticas, construidas bajo el novedoso fake news, tal como ocurre con lo que he denominado los Perros de la Contracomunicación. Estos periodistas acabaron con el Código de Ética, especialmente en su artículo 7: El periodista está en la obligación de defender la nacionalidad y debe ser instrumento para el desarrollo independiente del país, la educación, la ciencia, la cultura y la comunicación y estar al servicio de la liberación de los pueblos y del hombre. Sin embargo, hoy vemos unos cuantos periodistas llamando a una intervención militar en Venezuela, auspiciado por los Estados Unidos. De pedirle al nuevo presidente de Colombia, Iván Duque, que conforme una fuerza multinacional para acabar con la revolución. Elogiar las políticas del gobierno norteamericano, sin cuestionar lo que ocurre con más de 2 mil niños que encerrados en jaulas, viven las más cruentas violaciones de los derechos humanos. La OEA está más pendiente de Venezuela, pero no se ha manifestado por los 110 periodistas asesinados desde el 2000 en México.
Estos periodistas actúan como originalísimo Fouché, creador del gabinete negro de la época Napoleónica, para aplicar censura de prensa a quienes se opusieran a Bonaparte. Fue Fouché el primero en utilizar los fake news.
Acabaron con el tubazo, convirtieron al Colegio Nacional de Periodistas en apéndice de la MUD y del Frente Amplio por una Venezuela “Libre”, donde se defiende más a los dueños de medios que a los propios agremiados. Por cierto, en las elecciones del 2012, hubo una abstención del 85%, y el actual presidente no cumplió con los estándares internacionales de una elección, apenas un 7% participó. Es la guerra mediática, donde, según Pedro Penzini, quien no es periodista, hay comunicadores oficialistas y de oposición. Es inaceptable ese argumento.
Las corporaciones mediáticas acabaron con la identidad de los periodistas, en función de lograr objetivos inconfesables, tal como ocurrió el 11 de abril de 2002. Es una hora estelar para la comunicación social, tomando en cuenta el bicentenario del Correo del Orinoco,  donde se imponga una visión holística de la Ley de Ejercicio del Periodismo. Hoy,  Ernesto Villegas, Tania Díaz, Earle Herrera, entre otros, tienen en sus manos coadyuvar a una nueva ley para incorporar al comunicador popular y otras especialidades que a lo largo de los años, se han convertido en elemento preponderante de la noticia y la información.
A pesar de ello, estoy orgulloso de ser periodista. Mi nieta mayor pronto recibirá su título de Licenciada en Comunicación Social, mención periodismo impreso. Una de mis hermanas es periodista graduada en la ULA, su esposo también. Este 27 de junio es tiempo de reflexión y de celebrar que el Libertador nos dio el instrumento más expedito para confrontar la guerra mediática. Es hora de activar la artillería del pensamiento. Si en el cielo existe el ejercicio del periodismo, con mucho orgullo me pongo al servicio de Dios para seguir siendo comunicador.

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