lunes, 29 de noviembre de 2010

El viento y la lengua de los barceloneses

“Es más fácil contener el viento que las lenguas de los barceloneses”, esta sentencia se la escuché al profesor y viejo amigo Arístides Marcano, en uso de una frase de Miguel Otero Silva. Y es cierto, ya en una oportunidad el propio General Manuel María Francisco Piar Gómez, cuando llegó a Barcelona en 1816, para participar en la batalla de El Juncal, le comentó lo mismo a Pedro María Freites.

Pero, por qué esa sentencia del autor de Casas Muertas y Oficina No. 1. Es evidente que Barcelona sigue viviendo los tiempos de la conquista y la colonia, incluso de muchos avatares de la guerra de post independencia, cuando en ella comienzan a surgir elementos caudillescos para asumir desde acá el control de la capital de la República.

En nuestro trabajo anterior, donde colocamos como referente al francés Juan  Buscat, utilizamos como calificativo las voces agoreras de quienes tuvieron responsabilidad de gobierno, y, ahora cuestionan lo que no hicieron, vienen a la mente cuando una funcionaria de la alcaldía del municipio Simón Bolívar recordó que en una oportunidad no cobraron los aguinaldos, porque el alcalde encargado de la época se fue de viaje de placer para recibir quién sabe dónde la navidad y el año nuevo.

Sin embargo, hoy lo escuchamos y lo leemos dando lecciones de democracia y como decía Jacques Maritain, uno de los pensadores más importantes de la democracia cristiana, que la verdad es la base fundamental para el ejercicio político de las cosas. Esto es tratar con la mayor realidad, cuáles son las fortalezas, las oportunidades, las debilidades y las oportunidades de la actuación política.

No se puede llamar político quien hace de la demagogia su actuación cotidiana, sin revisar sus actuaciones del pasado. Lo dijo el autor del pragmatismo, William James: No hay mayor mentira que la verdad mal entendida. Cuántos forman parte de ese comportamiento.

La basura en Barcelona: problema de hace 200 años

El 30 de diciembre de 1811, Juan Buscat, ciudadano francés que llegó a Barcelona para dirigir el viejo hospital de El Hospicio, envió una comunicación a la junta patriótica que se instaló en esta ciudad el 27 de abril de 1810, donde presentaba un prospecto para evitar las desgracias que consumían a esta tierra, producto de las constantes inundaciones producidas por el río Neverí.

Este comentario, a raíz de la fuerte lluvia caída el pasado jueves en la capital del estado Anzoátegui, demuestra que el problema no es nuevo, sino que es consecuencia de hechos que se han venido acumulando por más de 200 años. Donde, por supuesto, voces agoreras de quienes tuvieron responsabilidad de gobierno en los últimos cincuenta años, pretenden encabezar movimientos para reclamar lo que ellos no pudieron resolver.

Buscat describe en el documento histórico que el río Neverí alberga en su cauce troncos y ramas, producto de la misma actitud de sus habitantes de lanzar a sus aguas desechos de animales sacrificados en los mataderos de la zona. Allí menciona el francés el sector La Matanza, responsable de esa situación de inundación.

Advierte que de continuar esta situación, Barcelona estaba propensa a desaparecer bajo las aguas del principal río, hecho que se presentó entre 1807 y 1809. Por lo tanto, sugirió elevar los suelos de la antigua Barcelona, en todo caso, mudarla a otro sector que bautizó como Puerto Neverí. Saben ustedes cuál fue ese sitio sugerido por Juan Buscat: El Cerro El Morro.

Pero al retomar el informe del francés que quemó el retrato de Fernando VII, en la plaza Mayor (Boyacá), el 27 de abril de 1810, donde describe la actitud irresponsable de los habitantes de la ciudad mudada a su actual sitio, de lanzar todo a los arroyos y quebradas, esa situación no ha cambiado.

Por más operativos de limpieza que hagan a los arroyos, la actitud del barcelonés sigue siendo la misma de la gente de la colonia. El facilismo para lanzar la basura a orillas de los cauces o cualquier terreno baldío, y no aplicar la conciencia para una mejor sanidad de la ciudad, llevará a Barcelona a seguir sufriendo esta calamidad.

Eso no es culpa del actual gobierno, sino de nosotros que nos acostumbramos a botar cachivaches, escombros y cualquier tipo de desperdicio sin esperar al camión del aseo urbano. Esa imagen la veo desde que tengo noción como ciudadano y nacido en la capital del estado Anzoátegui.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La injusticia colombiana contra José Antonio Anzoátegui

A propósito del 221 aniversario del nacimiento del General de División José Antonio Anzoátegui, fecha que se celebra hoy 14 de noviembre. Más que resumir los hechos cronológicos de su existencia, nos llama poderosamente la atención los cambios que han querido hacerle a la historia, para ignorar la participación del héroe epónimo de Barcelona en la celebre Batalla de Boyacá.
En la búsqueda de elementos que nos permitiera escrudiñar la participación de Anzoátegui en este célebre hecho bélico que le dio la independencia a Colombia, uno que otro cronista neogranadino, sin tomar en cuenta el parte  de guerra emanado del ejército libertador, el 8 de agosto de 1819, obvia por completo la actuación de José Antonio Anzoátegui, y califica a Francisco de Paula de Santander como el héroe de Boyacá.
Incluso la revisión hecha en los últimos trabajos publicados por internet, es evidente que la nueva generación de neeogranadinos desaparece de sus relatos, la figura del General José Antonio Anzoátegui, quien apuntaló con su retarguardia, la totalidad de la batalla. Mientras que los lanceros de Francisco de Paula de Santander, estuvieron bajo la reserva a la orden del propio Simón Bolívar.
El Libertador en el diario de Bucaramanga, le confesó al coronel Luis Peru de Lacroix, que el comportamiento de los militares neogranadinos no era comparable con los patriotas venezolanos, cuestión que se demuestra después de 1830, cuando Francisco de Paula de Santander junto con José Antonio Páez firman la desaparición de la Gran Colombia.
Sin embargo, queda para la historia el parte oficial de la batalla de Boyacá, denominado como boletín No. 4 del Ejército Libertador, publicado al día siguiente de la lucha bélica entre patriotas y realistas comandado por José María Barreiro.
Al final de ese documento histórico publicado en Ventaquemada, Colombia,  el 8 de agosto de 1819, con referencia a la batalla de Boyacá, está esa verdad que la oligarquía colombiana no puede desaparecer: “Nada es comparable a la intrepidez  con que el señor General Anzoátegui a la cabeza de dos batallones y un escuadrón de caballería atacó y rindió el cuerpo principal del enemigo. A él se le debe en gran parte la victoria”.
El sol no se puede tapar con un dedo y tergiversar la historia, especialmente en los 221 años del nacimiento del héroe de Barcelona y Libertador de Colombia.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Tarjeta de débito es dinero en efectivo


-Buenos días, tiene Voltarén oftálmico. –Si señor, cuesta 10 bolívares fuertes. –Déme uno y cóbrese.- Lo lamento. Pero, debe comprar un mínimo de 25 Bs.F. Este tipo de diálogo se ha convertido en una práctica común, no solo en farmacias, panaderías, sino también a nivel de supermercados asiáticos, donde se obliga a los usuarios a gastar lo que estos comerciantes les “da la gana”.
Esto se ha convertido en una práctica cotidiana, como tomar café en la mañana. Incluso, algunos de ellos, cuando se les informa que no se puede poner ese límite, responden “este es mi negocio y son mis reglas”. Por lo cual, y por la urgencia de la compra, el usuario cae en las redes de la usura y la extorsión.
Acaso no hay una ley que establece el uso de las tarjetas de débito. Si la hay. Pero, pareciera que es letra muerta, en vista de que nadie le ha puesto el cascabel al gato. Es evidente que la práctica común, es que la usura y la especulación siguen siendo parte de las redes delictivas de quienes obligan a las personas a comprar lo que no necesita.
Para una mejor orientación de los lectores, es evidente que los establecimientos comerciales deben tener en cuenta que la Ley de Tarjetas de Crédito, Débito y Prepagadas, que en su artículo 25, establece que ellos están regidos por la Ley para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios.
En consecuencia, en la misma norma está estatuido que no podrán establecer recargos para el uso de la tarjeta de débito y demás tarjetas de financiamiento o pago electrónico. Mientras que el ordinal 5 ratifica que no podrán establecer mínimos de compras, ni eliminar descuentos por el uso de la tarjeta de débito.
Con estas clausulas, pocas veces hecha pública, damos un alerta a los usuarios para que no se siga permitiendo esta práctica. Porque es evidente que aquel comerciante que obliga a un tarjetahabiente comprar de acuerdo a los límites que establece su establecimiento, está cometiendo un acto de extorsión. El mensaje es para Indepabis.