jueves, 8 de marzo de 2018

Kuczynski no quiere dejar el coroto


Pedro Pablo Kuczynski, un presidente corrupto e inestable emocionalmente, ha dicho ante los medios de comunicación peruano que no renunciará al cargo ante las insistentes pruebas de corrupción que lo vinculan con la empresa constructora brasileña Odebrecht. Sin embargo, el “perrito que mueve la cola al imperio”, como se definió ante sus simpatías con el gobierno de Donald Trump, se autojuzga y se exculpa de cualquier nexo corrupto con Odebrecht.
Lo que no se puede ocultar es la gordura, la tos y el dinero mal habido, y PPK tiene allí un expediente que instruyó en diciembre de 2016, la Unidad Anticorrupción de la Fiscalía General de Perú, cuando fue primer ministro del gobierno de otro corrupto como Alejandro Toledo. Los propios medios indican que Kuczynski depositó en su cuenta personal 4 millones de dólares, proveniente de pagos realizados desde TRG Allocational Offshore LTD, en Gran Caimán.
Ahora, ante el pedido de Keiko Fujimori de que este nefasto personaje de origen gringo-alemán renuncie a la presidencia de la República, no es más que la ruptura de los Fujimori con Kuczynski, ante la decisión de la Sala B de la Corte Penal del Perú de regresar a Alberto Fujimori a la cárcel, por la masacre de Pativilca en 1992.
 Ante la inseguridad garantista del indulto que otorgó Pedro Pablo Kuczynski al “Samurai del Terror”, para salvarse de la destitución el 22 de diciembre de 2017, al negociar los votos de Fuerza Popular de Kenji Fujimori, quedará sin efecto. Esto originará que el “agringado” presidente del Perú deba dimitir. Pero no, él se amarra a la Casa de Pizarro, a pesar de tener un alto rechazo del pueblo Inca (63% de peruanos considera que debe dejar el cargo y un 57% sostiene que no terminará su mandato).
Este resultado, sobre la destitución de Pedro Pablo Kuczynski, de producirse antes la Cumbre de Las Américas, convocada en el mes de abril de este año en Perú, con el auspicio del Grupo de Lima, es una entelequia, creada el 8 de agosto de 2017, para atacar a la República Bolivariana de Venezuela, dejaría sin efecto la campaña que contra el presidente Nicolás Maduro han generado los descalificados presidentes de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú.
Para comenzar, Mauricio Macri cuenta con un 53% de rechazo, aderezado con un canto que se escucha en Argentina que lo califica como “Mauricio Macri la puta que te parió”. Michell Temer un dictador nacido de un golpe parlamentario. Juan Manuel Santos con apenas un 12% de aceptación en su gestión y pronto a irse de la presidencia de Colombia. Johnny Morales de Guatemala, con un alto grado de corrupción. Sin mencionar a Juan Orlando Hernández de Honduras, producto de un fraude electoral, avalado por los Estados Unidos. Es la demostración que tienen miedo a que la espada de Bolívar, obsequiada por la municipalidad de Lima, en 1825, después de la victoria de Junín y Ayacucho, llegue a suelo peruano en manos del presidente obrero Nicolás Maduro, auténtico heredero del Padre de la Patria.
Venezuela es soberana, independiente y autodeterminante en sus principios de libertad, elementos que emanan de nuestra Constitución y el Plan de la Patria. Bolívar libertó a Perú, todo lo contrario a lo hecho por los expresidentes de esa nación del altiplano sudamericano, quienes han caracterizado a ese país como un Estado fallido y forajido.

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