miércoles, 20 de marzo de 2019

Asamblea Nacional legaliza el paramilitarismo


La política venezolana generada por la oposición se ha convertido en una especie de realismo mágico, ante las circunstancias de tiempo, modo y lugar lo plantea el autoproclamado presidente interino Juan Whitedog. Para ubicarnos en el contexto de esa leyenda urbana, denominada  gobierno de transición, es necesario mostrar el contenido de esos elementos fantásticos que el propio personaje, aupado por el Imperio norteamericano, lo atribuye como producto de la normalidad política. Sin embargo, ese elemento sensorial deberá ser estudiado por los psiquiatras y psicólogos  como parte de la percepción de la realidad.
Lo último de ese ejercicio de realismo mágico, dentro del marco latinoamericano, es el documento que la Asamblea Nacional, en desacato, aprobó este martes 19 de marzo, el cual es denominado "Acuerdo para la incorporación, reinstitucionalización y fortalecimiento de la Fuerza Armada", como una estrategia más de la derecha venezolana, ante el fracaso de aquella Ley de Amnistía para los militares que desconocieran al presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro y saltaran la talanquera, para darle el apoyo a Whitedog como Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional (ellos obviaron el denominativo Bolivariano).
En ese adefesio, la Asamblea Nacional convoca a quienes se han ido de la Fuerza Armada a su reincorporación, con todas las prerrogativas de grado, jerarquía y antigüedad. Es decir, estos diputados, dentro de la alarmante actitud de tomar el gobierno a como diere lugar, le están diciendo a los Golpistas del 11 de abril de 2002 que pueden vestir nuevamente el mancillado uniforme que los llevó a “tumbar” a Hugo Chávez por 47 horas. Imagínense a un Néstor González González, Carlos Molina Tamayo, jefe de la Casa Militar de Carmona El Breve; Guaicaipuro Lameda, entre otros, reasumiendo su posición, ejercida, posteriormente, en la plaza Altamira.
Con ese acuerdo, Whitedog y la Asamblea Nacional, está construyendo una Fuerza Armada Nacional enmarcada en una estructura paramilitar, producto de la negativa de la ONU, Rusia, China y otros países de no aprobar una intervención de los Estados Unidos bajo el concepto de “ayuda humanitaria”. Eso es altamente peligroso, en vista de que esa estructura paralela se convierte en un estamento mercenario, con el fin de generar una guerra civil en la tierra de Bolívar
En un ejercicio imaginario, calculen ustedes a un Ministro de la Defensa, designado por Whitedog, decidido entre el Pollo Carvajal, Clíver Alcalá, Miguel Rodríguez Torres, entre otros. No creo que tengan la confianza del “interino”, para él es preferible un Oswaldo Suju Raffo, padre de las torturas en los campos de concentración de la Cuarta República (TO), quien sería cuota de su hija Tamara. Los anteriores mencionados serán calificados como traidores y con los traidores ni a la esquina. No preferirá a un Cliver Alcalá por Enrique Medina Gómez en la Comandancia General del Ejército. O un Francisco Esteban Yánez Rodríguez por un Pedro Soto en la Fuerza Aérea, reclamando sus caponas de Mayor General. O a un  Héctor Armando Hernández, al sanguinario  Felipe Rodríguez, “El Cuervo, como Comandante General de la Guardia Nacional. Y así sucesivamente.
Lo que si pudiéramos estimar, dentro de nuestro olfato periodístico, es que la sede de ese Ministerio de la Defensa virtual designado por el autoproclamado Whitedog, sería la sede de la antigua embajada de los Estados Unidos en Caracas, por aquello de que las instalaciones diplomáticas son inviolables de acuerdo a la Convención de Viena, bajo el concepto de reciprocidad de que el Imperio gringo le permitió a los asaltantes Carlos Vecchio, Gustavo Marcano y David Smolanski  invadir la embajada y consulados de Venezuela, en Washington y Nueva York.


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