viernes, 7 de septiembre de 2018

Cómo creció Iván en un mundo de tugurios


Iván El Chulo, era un personaje que había salido muy joven de su comunidad, bajo la tutela de sus tíos Alvarito y Juan Manuel, quienes querían convertir al mozalbete en un excelente administrador, para que, alguna vez, se encargara del bar “Nueva Granada”, un tugurio que fue levantado en la frontera trasandina. Incluso tenía como vecinos un núcleo de peruanos, ecuatorianos, garimpeiros, chilenos y argentinos que la gente bautizó con el nombre de la OEA. Allí un viejo uruguayo, conocido como Luis Almar, se encargaba de cobrarle un porcentaje para ubicarlos en trabajos no clasificados como contrabandistas, pimpineros y otros menesteres. Don Almar, como buen negociante de la explotación laboral, había hecho mancuerna con los dueños del bar Nueva Granada para conseguirle chicas de vida alegre, donde inicialmente destacó Martha Lucía, a quien llamaron Puta Vieja, no solo por su edad, sino por lo veterana que era. Allí se marcó una rivalidad con una conocida como Corina, quien tenía encuentros furtivos con Alvarito, una que otra vez en la frontera. Eso, sin dejarse ver, por la rivalidad que tenía con Lanitu y Patty, quien convivía con un proxeneta identificado como El Catire Nixon, conocido violador en los pueblos centroccidentales de Coquivacoa.
Pero, volvamos al caso de Iván. En su estadía en Santa Fé de los Cachacos, a este muchacho, quien siempre vestía elegantemente, las mujeres comenzaron a verle un aire aristocrático y muy al estilo de las cortes imperiales, lo apodaron “El Duque”. Con esas malacostumbres capitalinas, Iván se fue convirtiendo en un fino proxeneta. Había conocido a dos muchachos, Julio Borgia y Antonio Landino, quienes le vendieron la idea de llevarle al bar “Nueva Granada” a chicas, bajo el pretexto de ponerlas a ganar mucho dinero.
De regreso a la tierra que lo vio nacer y crecer, Iván se consiguió con la sorpresa que sus tíos, Alvarito y Juan Manuel se habían peleado; con la amenaza de cerrar la vieja taberna, fundada por un antepasado muy común entre ellos: Francisco de Paula, conocido en esos confines como Pancho El Traidor. Sin pérdida de tiempo, Iván asumió la administración del Nueva Granada. Las viejas y viejos trabajadores se fueron despavoridos, iniciándose el desplazamiento de esos trabajadores, que en un 90% buscaron otros destinos en la frontera. Iván quería gente atractiva que multiplicara en dinero toda la organización que puso en practica en el viejo bar.
 Don Almar, Julio y Antonio le propusieron a Iván traer gente joven. –Pero no tengo dinero para eso—manifestó el también llamado el Duque. Almar, Julio y Antonio le dieron de inmediato la respuesta.—No te preocupes, tenemos un amigo gringo, llamado Donald, quien está en la posibilidad de financiarte. Así fue, Iván El Chulo montó el gran negocio de su vida. Recibía el pago en dólares de todas aquellas personas que atravesaran la frontera. Amplió el negocio y los puso a funcionar como tienda de departamentos: Mi Refugio, Suite el Inmigrante, entre otros. Cualquier situación que se saliera de control, Iván El Chulo, el proxeneta más famoso de la trasandina, coronó, llegando a tener su propio cuerpo de seguridad, bautizado como Los Paracos. Mientras tanto, Julio, Almar, y Antonio, le enseñaron a otros dueños de bares de la zona, como Peruvian Bar, La Milonga Desaforada, La Ecuatoriana, Golpe a la Chilena, como conseguir ese tipo de financiamiento. Incluso se organizaron en una asociación que denominaron Cartel de Esgrimas, por su especialización en conseguir todo a punta de armas blancas.
Cualquier casualidad con hechos de la vida real, esto es solo un cuento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario