lunes, 6 de septiembre de 2010

Hasta cuándo

Ahora resulta que en este disparatado mundo los papeles se han cambiado. El hampón, el antisocial, el sociópata entre otros denominativos son las víctimas, mientras que el verdadero garante de la seguridad de las personas es sometido al escarnio público, como si estos fueran los delincuentes. Esta situación la construyen y las hacen pública, cuando tienen el respaldo de quienes deben ser los garantes de la investigación penal.
Pero, qué se puede esperar de quienes nacieron, y han crecido, en un núcleo familiar donde el alcohol, ha sido el ejemplo a seguir. Este cuadro generalizado en una sociedad corrompida a servido de hervidero para la formación de los transgresores de la ley que luego de cometido sus delitos a hora son hijos de Dios.
Sin medir las consecuencias, el sociópata es capaz de construir un mundo fantasioso, que si lo calificamos en el contexto legal, esto no es más que una simulación de un hecho punible, con el fin de presentarse como una víctima de una cadena de sucesos que le permita señalar que su vida peligra por la actuación de un número que se ha convertido en parte obsesiva de su desquiciada mente criminal. Es decir es el cinco o la quíntuple diversificación del ser humano. Para quienes analizan el hecho social bajo el contexto de la investigación periodística, quizás no compartan con este servidor lo antes señalado. Sin embargo una importante porción de la población si está convencida que el delincuente no tiene porque mostrar un rostro Lombrosiano, debido a que la mayoría de las veces esconden su comportamiento delictual tras una faceta de comerciante y hasta en el propio ejercicio profesional. Llegando al extremo de autocalificarse de honesto. Por eso reiteramos, hasta cuándo.

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