
Editado por la Fundación Biblioteca Ayacucho, en la gestión de Ernesto Villegas, como ministro del Poder Popular para la Cultura, esa edición de Bolívar contra Bolívar, con prólogo y selección de textos de Nelson Chávez Herrera, evidencia que los grandes “cacao” deciden el destino de los pueblos. Cada coma, cada punto de esa narrativa del sabio Samuel Robinson no cambia en nada lo que acaba de suceder en Bolivia, con el Golpe de Estado asestado contra Evo Morales Ayma, el primer indígena presidente de esa nación.
La historia se remonta a 1826, cuando en la guerra mediática emprendida contra Bolívar, lo acusan de querer coronarse rey y emperador de América en el Congreso Anfictiónico de Panamá. Más aún, calificativos que rayan en el desprecio, y que demuestra las divisiones sociales que se vive en el altiplano andino. Por ejemplo esta: ¡¿Qué dirán las naciones europeas, cuando lleguen a saber que Bolívar es Zambo?! – ¿Qué dirán los rubios de Inglaterra, los de Escocia, los de Francia, y sobre todo los de... Andalucía?! – ¡un Zambo, mandando Indios en el Perú!...
El concepto republicano de El Libertador Simón Bolívar, para la construcción del Patria Grande radicaba en la nacionalización de las minas, eliminación del tributo indígena, abolición del trabajo esclavo, transferencia de los recursos dados a la Iglesia para destinarlos a la educación (Situación que la Conferencia Episcopal Venezolana no le perdona a Hugo Chávez, al abolir de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a la religión católica como la única, garantizando en el artículo 59, la Libertad de Religión y Culto).
Si tienen posibilidad de acceder a esta obra: Bolívar contra Bolívar, entenderemos que el coloniaje no es solo someter a una sociedad, sino también es la actitud particular de quienes creen tener la supremacía para descalificar a su semejante, con fantasmas que van surgiendo en su conciencia. Nadie está por encima de otro. Para ello, Simón Bolívar y Hugo Chávez nos dieron las herramientas para consolidar la revolución. Lo demás es circunstancial.
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