viernes, 17 de agosto de 2018

Requesens un bypass torturador


Para Arcadia Arocha, una viejita de ochenta años, nacida en Altamira, primera urbanización chic de la Caracas mantuana, la situación que vive el país nunca había ocurrido. Decía que como era posible que involucraran a un joven como Juan Requesens en algo que apenas produjo una explosión de traquitraqui, y de acusar a Julio Borges de ser autor intelectual del magnicidio presidencial a Nicolás Maduro. El problema es que “mamá Caya”, como la llaman los opositores que se reúnen en la plaza Altamira, sus nietos y bisnietos la mantienen en una continua cura mediática, producto de los bombardeos de CNN y los canales colombianos.
No se acuerda doña Arcadia sobre los hechos ocurridos durante el gobierno de Rómulo Betancourt. No tenía tiempo para eso. Su ir y venir a Valle Arriba Golf & Country Club, o jugar canasta en La Lagunita, era lo cotidiano, junto con los Machado Zuloaga, los López Mendoza, gente de alta ralea. Por ello, la honorable matrona nunca se enteró que en Venezuela hubo más de 10 mil víctimas de asesinato, tortura y desaparición por razones políticas. Que se instauró “un disparen primero y averigüen después”, célebre frase del “Padre de la Democracia”, Rómulo Betancourt, que se recrudeció en los gobiernos de Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez. Donde la moda periodística, era reseñar el funcionamiento de seis teatros de operaciones, siendo el TO-4 de oriente el de mayor resonancia nacional. En los recuerdos de la matrona octogenaria solo estaba presente que Fedecámaras es la principal institución que aportaba a los gobiernos adeco-copeyanos, quienes ocuparían los cargos de ministros de economía y presidentes del Banco Central. Que en el país jamás hubo un viernes negro, y los hechos de corrupción en los bancos que se llevaron los “reales” de los ahorristas. Muchos de ellos se suicidaron. Pero no, para ella, su preocupación es que Requesens es una víctima, sin tomar en cuenta que dirigió las guarimbas de 2017, junto con Freddy Guevara, Gaby Arellano, donde 157 víctimas fueron asesinados con la anuencia de la ex Fiscal Luisa Ortega Díaz, incluyendo la quema de varias personas, por parecer chavistas. Sin sumar los muertos de 2013, cuando Henrique Capriles llamó a descargar la arrechera por el inminente triunfo de Nicolás Maduro. O desconocer que en 2014, Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma llevaron a la muerte a 41 venezolanos.
En ese imperceptible recuerdo del 27 de febrero de 1989, solo atina a decir que eran malandros que pretendieron acabar con el empresariado venezolano. En fin Arcadia Arocha, le confesó a su sacerdote personal, miembro de la Conferencia Episcopal Venezolana, que en sus oraciones le pidiera a Dios el mayor castigo para Nicolás Maduro, por haberle ocasionado a Juancito la pérdida, en pocas horas, de ochenta kilos; sin saber que todo era producto de un bypass gástrico. Algunos que estaban cerca de “Mamá Cayita” se reían, porque lograron el objetivo de manipularla, como lo hicieron sus hijos, nietos y bisnietos en los últimos 50 años. A ella solo le quedaba el grato recuerdo de haber convivido con María Antonieta López de Mendoza, descendiente  de Juana Bolívar, una de las tres hermanas del Libertador. Eso da caché.





No hay comentarios:

Publicar un comentario