Aún cuando
algunos se molestan porque escribo sobre historia, no es menos cierto que el
propio Comandante Hugo Chávez abrió, para todos los venezolanos, los archivos
de nuestra Independencia que la Cuarta República escondió. Para ellos, el
Libertador Simón Bolívar solo tenía vigencia el 24 de julio y el 17 de
diciembre, con el fin de comprobar que estaba muerto. Definitivamente esos políticos, devenidos en dinosaurios, no
les interesan que escribamos sobre el Congreso de Angostura o cualquier otro
tema bolivariano. Para mí quien reclame no colocar en su grupo esos taquitos de
historia, porque para ellos hay cuestiones más importantes, no es
revolucionario ni bolivariano, son simples mortales con una camisa y una gorra
roja. Pero ese no es el tema. Como periodista, durante nuestra formación académica
universitaria, vimos una materia llamada sociología de la comunicación, elemento
fundamental para entender la historia, con el fin de analizar el pasado, el
presente y el futuro, llamado también PPF.
En
estos tiempos, cuando los parlamentarios de la Asamblea Nacional en desacato,
aprobó una Ley de Transición, donde se prevé amnistía para todos los civiles,
militares y demás funcionarios que contribuyan a la defensa de la Constitución
como deber establecido en los artículos 333 y 350 de la Constitución de la República
bolivariana de Venezuela para desconocer a Nicolás Maduro como presidente de la
República no es nada nuevo. Veamos.
El
21 de septiembre de 1817, el llamado Pacificador Pablo Morillo, jefe supremo
del ejército realista e invasor, enviado por el imperialista Fernando VII, para
someter al Libertador Simón Bolívar, publicó un edicto enmarcado en una Ley de
Amnistía e Indultos para los integrantes del ejército patriota, con el
otorgamiento de recompensas, todo el fin de desconocer al “usurpador” Simón
Bolívar, responsable de los males que la guerra civil ocasionaba en este
desgraciado país. Palabras más, palabras menos, observamos que no cambia en
nada la propuesta de Juan Guaidó, quien sometido a los designios de Washington,
ha buscado quebrar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Es decir someter a
los componentes de la revolución en una suerte de “vendepatria”. Cuestión que
ni siquiera le dio resultado, cuando pretendieron ingresar la “ayuda
humanitaria” por la frontera con Colombia. Es decir la Ley de Transición,
enmarcado en una Amnistía General es una copia de ese edicto de Pablo Morillo,
En ese
caso, enmarcado en la historia republicana, el Mariscal Pablo Morillo en su
proclama instaba a los venezolanos a deponer las armas, abrazar el indulto y
volver a sus casas, poniendo como ejemplo a Nueva España. Si colocamos esta
propuesta en boca de Donald Trump, Mike Pence, John Bolton, Mike Pence o
Elliott Abrams demuestra que el nuevo imperio busca sustituir al Reino Español
que apenas sobrevive con un Rey, llamado Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los
Santos de Borbón y Grecia y que rocambolescamente se le conoce como Felipe VI,
quizás primo hermano de Felipe II, aquel llamaban como el mejor brandy del
mundo, por sus borracheras. Este último ha declarado, hoy 28 de marzo, que Estados
Unidos solicitó a la Unión Europea y a una serie de países que incrementen la
presión contra el Gobierno de Venezuela y aplique más sanciones a la
administración del presidente Nicolás Maduro. Es decir Abrams es el Pacificador
del siglo XXI, en su actuación grosera, una vez más, admite que son ellos,
quienes deben quebrar al gobierno bolivariano revolucionario y colocar un
títere, para saquear nuestras riquezas y convertirnos en una nueva colonia,
como lo hacen con los países del medio oriente, llegando al colmo que Donald
Trump firma una resolución que legitima los altos del Golán, como territorio de
Israel, en desconocimiento del Derecho Internacional.
Si
l@s venezolan@s permitimos que se concrete esa avasallante acción del Imperio
gringo, daríamos a Trump la posibilidad de dictar resoluciones que le otorgue a
Colombia el territorio del Zulia, o a Guyana toda la costa del Orinoco y sus
riquezas o a Brasil integrando a ese país el territorio fronterizo con Roraima.
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