Lo
ocurrido este jueves 7 de marzo, con el blackout eléctrico no tiene nada de
extraño. Es el reflejo de los hechos de diciembre de 2002 cuando las fuerzas
del mal, conformada por la Coordinadora Democrática, Gente del Petróleo,
Fedecámaras y la CTV, convocaron a un paro para paralizar la industrial
petrolera nacional para caotizar al país, el cual generó una pérdida de más de
30 mil millones de dólares, un colapso económico, escasez de alimentos, de
gasolina, todo con el fin de generar el derrocamiento del presidente comandante
eterno Hugo Chávez.
Ahora,
porque el reflejo de esta crisis eléctrica con el paro petrolero. Para
refrescar la memoria histórica, es necesario mencionar que Petróleos de
Venezuela, para esa época, dependía de Informática Negocios y Tecnología, S.A. (Intesa),
empresa responsable de manejar el cerebro informático de Pdvsa, y, por ende, el
control de la carga, descarga y almacenamiento de crudo en los terminales de
embarques, plantas compresoras, plantas de procesamiento, llenaderos de
combustible, tuberías automatizadas, situación que era manejada desde afuera
por Luis Giusti, expresidente de Pdvsa, quien ahora desde Colombia pretende
manejar a la industria nacional, junto con la Gente del Petróleo, con la
anuencia de la Ultra Derecha, representada por el Autoungido Juan Whitedog,
quien festejó en las redes sociales la caída del sistema eléctrico, sin medir
las consecuencias, de acuerdo a las instrucciones de Narco Rubio, Mike Pompeo,
John Bolton.
En
esta oportunidad, el ataque cibernético fue al Sistema de Control Automatizado del
Guri, estructura garante del funcionamiento de las turbinas que abastecen de
electricidad al 80 por ciento del país, con el fin de colapsar al país y crear
un clima de violencia y desasosiego en la población. Ahora, es necesario
profundizar las investigaciones con el fin de establecer las responsabilidades
penales, donde, por ahora, nadie debe ser exonerado.
La
búsqueda de ese estado de ansiedad, es con el fin de que la gente salga a la
calle a protestar, ante el fracaso de una Ley de Amnistía a los militares para
desconocer al presidente legítimo y constitucional de la República Bolivariana
de Venezuela, Nicolás Maduro. Amnistía que ahora ofrecen a los trabajadores de
la administración pública, para colapsar a los gobiernos nacionales, regionales
y municipales (donde son chavistas), para que se presente un blackout laboral,
cuestión que será rechazado por los empleados y obreros honestos que quieren la
paz en el país. Las cúpulas sindicales de la Cuarta República, reposeros consuetudinarios
y cobradores de viáticos, apoyados por Fedecámaras, saben que está es su última
oportunidad, y al fracasar en su intento de paralizar a la administración
pública, pedirán asilo en las embajadas satélites del Cartel de Lima,
autocalificándose como perseguidos políticos.
Ahora le quedará al usurpador Juan Whitedog
convocar a un blackout comunicacional, con la participación de los Perros de la
Contracomunicación. Conformado por periodistas, locutores, opinadores de oficio
de la industria de la radiodifusión, televisoras, medios electrónicos, con la
promesa de una Ley de Amnistía. Su tarea es construir fake news, para presentar
ante el mundo que en Venezuela no hay libertad de expresión. Eso no tendrá el
desenlace que ellos esperan, por lo que finalmente propondrán un blackout a los
pranes y delincuentes más peligrosos recluidos en las cárceles nacional, con la
consigna de que sus derechos procesales son violados constantemente. Pero allí
Whitedog, en su condición natural del pran mayor del Golpe de Estado contra
Maduro, tendrá finalmente su residencia. Mientras eso ocurre, Edgar Zambrano,
vicepresidente de la Asamblea Nacional irá a celebrar con varias de 18 años, en
un restaurant del Este de Caracas, junto con su esposa, Sobella Mejías,
expresidenta del Consejo Supremo Electoral, como se llamaba antes de 1998, y
aspirante a dirigir el CNE ecuánime que propone Zambrano, que por fin se acabó
la pesadilla de Whitedog.
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