La política venezolana generada por la oposición se
ha convertido en una especie de realismo mágico, ante las circunstancias de
tiempo, modo y lugar lo plantea el autoproclamado presidente interino Juan
Whitedog. Para ubicarnos en el contexto de esa leyenda urbana, denominada gobierno de transición, es necesario mostrar
el contenido de esos elementos fantásticos que el propio personaje, aupado por
el Imperio norteamericano, lo atribuye como producto de la normalidad política.
Sin embargo, ese elemento sensorial deberá ser estudiado por los psiquiatras y psicólogos
como parte de la percepción de la
realidad.
Lo último de ese ejercicio de realismo mágico,
dentro del marco latinoamericano, es el documento que la Asamblea Nacional, en
desacato, aprobó este martes 19 de marzo, el cual es denominado "Acuerdo
para la incorporación, reinstitucionalización y fortalecimiento de la Fuerza
Armada", como una estrategia más de la derecha venezolana, ante el fracaso
de aquella Ley de Amnistía para los militares que desconocieran al presidente
legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro y saltaran la
talanquera, para darle el apoyo a Whitedog como Comandante en Jefe de la Fuerza
Armada Nacional (ellos obviaron el denominativo Bolivariano).
En ese adefesio, la Asamblea Nacional convoca a
quienes se han ido de la Fuerza Armada a su reincorporación, con todas las
prerrogativas de grado, jerarquía y antigüedad. Es decir, estos diputados,
dentro de la alarmante actitud de tomar el gobierno a como diere lugar, le
están diciendo a los Golpistas del 11 de abril de 2002 que pueden vestir
nuevamente el mancillado uniforme que los llevó a “tumbar” a Hugo Chávez por 47
horas. Imagínense a un Néstor González González, Carlos Molina Tamayo, jefe de
la Casa Militar de Carmona El Breve; Guaicaipuro Lameda, entre otros,
reasumiendo su posición, ejercida, posteriormente, en la plaza Altamira.
Con ese acuerdo, Whitedog y la Asamblea Nacional,
está construyendo una Fuerza Armada Nacional enmarcada en una estructura
paramilitar, producto de la negativa de la ONU, Rusia, China y otros países de
no aprobar una intervención de los Estados Unidos bajo el concepto de “ayuda
humanitaria”. Eso es altamente peligroso, en vista de que esa estructura paralela
se convierte en un estamento mercenario, con el fin de generar una guerra civil
en la tierra de Bolívar
En un ejercicio imaginario, calculen ustedes a un
Ministro de la Defensa, designado por Whitedog, decidido entre el Pollo
Carvajal, Clíver Alcalá, Miguel Rodríguez Torres, entre otros. No creo que
tengan la confianza del “interino”, para él es preferible un Oswaldo Suju
Raffo, padre de las torturas en los campos de concentración de la Cuarta
República (TO), quien sería cuota de su hija Tamara. Los anteriores mencionados
serán calificados como traidores y con los traidores ni a la esquina. No
preferirá a un Cliver Alcalá por Enrique Medina Gómez en la Comandancia General
del Ejército. O un Francisco Esteban Yánez Rodríguez por un Pedro Soto en la
Fuerza Aérea, reclamando sus caponas de Mayor General. O a un Héctor Armando Hernández, al sanguinario Felipe Rodríguez, “El Cuervo, como Comandante
General de la Guardia Nacional. Y así sucesivamente.
Lo que si pudiéramos estimar, dentro de nuestro
olfato periodístico, es que la sede de ese Ministerio de la Defensa virtual
designado por el autoproclamado Whitedog, sería la sede de la antigua embajada
de los Estados Unidos en Caracas, por aquello de que las instalaciones
diplomáticas son inviolables de acuerdo a la Convención de Viena, bajo el
concepto de reciprocidad de que el Imperio gringo le permitió a los asaltantes
Carlos Vecchio, Gustavo Marcano y David Smolanski invadir la embajada y consulados de Venezuela,
en Washington y Nueva York.
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