No
deja de sorprender la forma como Venevisión sigue siendo una
maquinaria de propaganda antirrevolucionaria. Utiliza lo informativo
para convertir en elemento distorsionador el ejercicio pleno de las
libertades democráticas de la mayoría del pueblo venezolano. Este
viernes 15 de noviembre, en su noticiero, Venevisión colocó como
información principal la posición de la Conferencia Episcopal
Venezolana sobre la movilización de este sábado de la oposición en
respetar sus derechos humanos.
A
raíz de los sucesos de 2017, cuando la Ultra Derecha nacional con
sus actos de vandalismo, conocido como Guarimbas, produjo la muerte
de innumerables venezolanos, solo por ser o parecerse chavistas,
Baltazar Porras ni Jorge Urosa Savino jamás abrieron su boca para
condenar estos hechos. Más hoy, como calco exacto del llamado del
Comando Sur, producto de los dictados del gobierno estadounidense,
estos Iscariotes muestran su preocupación a lo que pueda pasarle a
los escuálidos seguidores de Whitedog.
Ahora
por qué esta preocupación de la cúpula política de la CEV. He
aquí los hechos: Venezuela, desde la primera Constitución de 1811,
declaraba que la religión Católica, Apostólica, Romana, es también
la del Estado, y la única, y exclusiva de los habitantes de
Venezuela. Sin embargo, con la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, en su artículo 59, establece que el Estado
garantizará la libertad de religión y de culto. Mientras que en el
aspecto educativo, el padre y la madre tienen derecho a que sus hijos
o hijas reciban la educación religiosa, que este de acuerdo a sus
convicciones.
Por
ello, la oligarquía eclesiástica venezolana, agrupados en la orden
diocesana, quienes son preparados para administrar financiera y
económicamente la iglesia, y menos para propagar el evangelio de
Jesús, nuestro primer camarada, no le perdonan a Hugo Chávez y a la
revolución bolivariana haberles arrebatado el control religioso del
Estado, y, por consiguiente, el manejo de los miles de millones de
bolívares que recibieron por más de 200 años.
La
Conferencia Episcopal Venezolana, a través de la embajada de los
Estados Unidos, presentó un informe al gobierno gringo, donde
resalta un concordato firmado en 1964, entre el gobierno y la santa
sede, donde se establecen las bases para los pagos que debe efectuar
el gobierno a la iglesia católica por el sistema de educación
religioso. Es decir sale a relucir la actitud mercantilista de la
Conferencia Episcopal Venezuela.
En
fin de cuenta, estos mercaderes del templo cargan este resentimiento
que creyeron haber desaparecido con el Golpe de Estado de abril de
2002. Ellos utilizan el púlpito para cuestionar el modelo político
de la República. Como lo hizo el Arzobispo de Caracas, Nicolás Coll
y Pratt cuando bendijo a Boves para exterminar a la población
venezolana. Es el mismo Coll y Pratt que el 26 de marzo de 1812, dijo
que era bien merecido ese terremoto, por ser un castigo divino por
atreverse los patriotas a oponerse al reino de España con sacrílegas
ideas independentistas. Allí se hizo célebre las palabras de
Bolívar: “Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y
haremos que nos obedezca”.
Estos
mercaderes del templo del siglo XXI, como Baltazar Porras, Luis
Ugalde, Jorge Urosa, Diego Padrón, José Virtuoso, entre otros, se
constituyeron en un apéndice de la Coordinadora Democrática, para
dar el Golpe de Estado de abril de 2002 contra el comandante Hugo
Chávez; luego en Mesa de la Unidad Democrática para desconocer el
triunfo de Nicolás Maduro, en abril de 2013 y ahora en Frente Amplio
por una Venezuela Libre, solo con el fin de buscar la derogación de
la Constitución Bolivariana con una intervención extranjera, para
volver al Concordato de 1964 que les permita restituirle el
invocativo que Venezuela es católica, apostólica y romana. Y así
convertir los templos en grandes mercados del bachaquerismo
religioso. Pero hoy sábado 16 de noviembre, la Venezuela Bolivariana
y Revolucionaria, dará una respuesta contundente con la gran marcha
por la Paz y en respaldo a nuestro hermano Evo Morales, víctima de
la oligarquía boliviana, la misma que nuestro Libertador Simón
Bolívar y el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre puso
en su sitio para reivindicar al pueblo Aymara y Quechua de la
opresión e ignominia.
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