Como una de esas
leyendas urbanas que pretende sembrar en el imaginario de los
pueblos, el presidente de Colombia, Iván Duque, ha tratado de crear
con el cuento del TIAR que Venezuela es un peligro para
Latinoamérica. Sin mirar hacia atrás, el Porky neogranadino habla
de cerco diplomático para aislar a nuestro país para lograr la paz
en la patria de Bolívar.
Duque, quien tiene
varias semanas con fuertes protestas que desnudan la crisis de
Colombia, no ha podido contener a los movimientos sociales,
sindicales, estudiantiles, indígenas en las calles, quienes reclaman
justicia por las muertes de sus líderes. Es como el ciego que no
quiere ver su propia crisis.
Su preocupación, y
casi llora por ello, es la situación migratoria de los venezolanos
que le ha reportado a su gobierno más de 100 millones de dólares.
Es decir, el Paraco presidencial vive de la situación crítica que
atraviesan los venezolanos en Colombia.
Al igual que el
gobierno imaginario de Juan Whitedog que atraviesa una de las peores
tramas de corrupción que ha vivido Venezuela en 200 años de vida
republicana, Duque ha conseguido con el envío de ayuda humanitaria,
tanto del gobierno norteamericano como de la Unión Europea, el mejor
negocio de su vida.
Pero la fantasiosa
posición del gobierno colombiano, es señalar que Venezuela pretende
“entronizar” al narcotráfico en Colombia, por lo cual representa
una amenaza. Hay que ser caradura para utilizar ese argumento,
cuando es demostrativo que la propia Organización de Naciones Unidas
(ONU), calificó a la República Santandereana como el mayor
productor de drogas en el mundo. Eso es como el ladrón que comete la
fechoría, y al intentar huir tras una persecución policial, ese
delincuente grita “allá va el ladrón”.
Con una historia de
violencia por más de 70 años, el SubPresidente Iván Duque manipula
a la opinión pública, cuando dice que en el territorio venezolano
se encuentra la guerrilla. Lo que si es claro es que el gobierno
nacional, presidido por Nicolás Maduro ha dado duros golpes
continuos al paramilitarismo, con el desmantelamiento de la banda los
Rastrojos, guardia pretoriana del Autoproclamado.
Como agente del
secretario general de la Organización de los Estados Americanos
(OEA), Luis Almagro, es claro que Iván Duque se autoproclamó como
jefe de campaña del uruguayo, para continuar al frente de ese cargo.
Luis Almagro, tal
como lo logró en Bolivia, pretende urdir un Golpe de Estado en
Venezuela, porque ese es el compromiso hecho con el gobierno de
Donald Trump, entregarle en bandeja de plata las riquezas de nuestro
país, con la complicidad del gobierno colombiano.
Duque, como
excelente alumno de Álvaro Uribe Vélez, pretende resarcir los
anhelos de Francisco de Paula Santander, enemigo acérrimo del Padre
de la Patria, y autor intelectual de la muerte del Gran Mariscal de
Ayacucho en Berruecos, de invadir este territorio lleno de historia
soberana, independiente y libertaria.
La obsolescencia del
TIAR, como instrumento de intervención militar en el suelo patrio,
es un escenario bufo del Grupo de Lima que pretende decidir el
destino de los pueblos Latinoamericanos.
Ese Tratado
Interamericano de Asistencia Reciproca más que un conjunto de
acciones belicistas contra la República Bolivariana de Venezuela, es
una agrupación de TITERES IMPERIALISTAS ASESINOS REPRESORES
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