Estamos otra vez en un nuevo 11 de abril, fecha fatídica para la historia
universal de los pueblos, donde los venezolanos, en el 2002, le dijimos NO a quienes usufructuaron el Poder
por casi 48 horas, con un personaje gris que pasó a llamarse Pedro El Breve,
hoy huésped de la anacrónica Nueva Granada, cuna de tantas traiciones contra
nuestro Libertador Simón Bolívar.
Este 11 de abril son 17 años del Golpe de Estado contra el Comandante
de la Revolución, Hugo Chávez, cuyos protagonistas son los mismos que hoy están
instalados en Estados Unidos, Colombia, España, Chile, Perú, Argentina, etc.,
apropiándose indebidamente, con el visto bueno del Imperio norteamericano, de
nuestras riquezas, en respaldo al gobierno imaginario de Juanito Whitedog,
quien no deja de cejar en sus sueños de que es un presidente legítimo y
constitucional, producto de las maniobras y esquizofrénicos “jalabolismo” de la
sociedad civil, representado por una oligarquía nacida en el Este de Caracas,
una Fedecámaras, copia al carbón de la Compañía Guipuzcoana; una iglesia
católica, enquistada en la Conferencia Episcopal Venezolana al mejor estilo del
arzobispo Narciso Coll y Pratt, arengista del temible José Tomás Boves, una CTV que dejó de ser el brazo armado adeco,
para responder ahora a los intereses de Marcela Máspero, devenida dirigente
sindical revolucionaria a coordinadora de los trabajadores en Voluntad Popular
y un Colegio Nacional de Periodistas, presidido por un sujeto que jamás en su
vida ha cubierto una rueda de prensa, pero ha convertido el CNP en un antro de
perros de la comunicación, constructores, a través de la mediática, de
escenarios irreales de guerra civil y todo lo que permite el nuevo modelo
comunicacional por medio del fake news. Y lo digo con todo el derecho que me
asiste como miembro del CNP.
A 17 años del Golpe de Estado contra el Comandante Hugo Chávez, con
elementos del realismo mágico, aún se trata de descifrar de quien fue aquel
grito que el 12 de abril de 2002, en el salón Ayacucho de Miraflores, expresó a
Pedro Carmona Estanga, el efímero dictador, aquella salamera expresión de “Te
queremos Pedro”.
A 17 años de aquel día, donde la derecha venezolana produjo la mayor
cantidad de muertos que aún esperan justicia, estamos frente a un escenario,
donde esa misma oposición con el apoyo del secretario general de la OEA, Luis
Almagro, da un Golpe de Estado diplomático al reconocer a Gustavo Tarre Briceño
como representante de Venezuela en ese ministerio de las colonias, y con el
reconocimiento de Mike Pence un remedo de Henry Clay, enemigo acérrimo del
Padre de la Patria, pero intimo de Francisco de Paula Santander, llamado en esa
época por James Monroe el hermano menor de los Estados Unidos.
La voz aguda de ese personaje que parece recorrer las calles de
Caracas, como ánima en pena, dicen que fue copiado de aquellas expresiones de
las películas de Pedro Almodóvar, como parte de ese libreto generado por la sociedad civil desde el 11 de abril,
en un claro desprecio al pueblo venezolano, quien eligió el 6 de diciembre de
1998 al líder de la revolución bolivariana Hugo Chávez como presidente de la
República.
Lo que si es claro, es que los personajes que generaron el Golpe de
Estado de abril de 2002, están allí recorriendo el mundo para que se apliquen
más sanciones a nuestro país. Ya no está Charles Shapiro, embajador de los
Estados Unidos, cumpliendo las instrucciones de George Bush. Ahora, el propio
“emperator” Donald Trump dicta las órdenes directamente. Han gastado demasiados
dólares para salir de Nicolás Maduro que el Departamento del Tesoro y el
Departamento de Estado, decidieron que Julio Borges, Carlos Vecchio, David Smolanski, Gustavo Marcano, ex alcalde
de Urbaneja, ahora vice embajador en el Imperio y Leopoldo López, con sus
videoconferencias, generan a través de Marco Rubio, agente colonial del senado
norteamericano la construcción de un escenario para una intervención extranjera
contra la Patria de Bolívar y Chávez.
Hoy a 17 años de ese Golpe de Estado, el reality show continúa, bajo un
guión al mejor estilo de Leonardo Padrón, con Juan Whitedog, un personaje marmóreo
que designa embajadores, ministros, directivos de Pdvsa, en clara sedición
contra la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela para derrocar a
Nicolás Maduro, presidente legítimamente electo el 20 de mayo del año pasado. Por
eso no pasarán y ningún Imperio le pondrá las manos a nuestro país. Honor y
gloria a quienes frenaron la locura del 11, 12 y 13 de abril de 2002.
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