Iván El Chulo, era un personaje que había salido muy
joven de su comunidad, bajo la tutela de sus tíos Alvarito y Juan Manuel,
quienes querían convertir al mozalbete en un excelente administrador, para que,
alguna vez, se encargara del bar “Nueva Granada”, un tugurio que fue levantado
en la frontera trasandina. Incluso tenía como vecinos un núcleo de peruanos,
ecuatorianos, garimpeiros, chilenos y argentinos que la gente bautizó con el
nombre de la OEA. Allí un viejo uruguayo, conocido como Luis Almar, se
encargaba de cobrarle un porcentaje para ubicarlos en trabajos no clasificados como
contrabandistas, pimpineros y otros menesteres. Don Almar, como buen negociante
de la explotación laboral, había hecho mancuerna con los dueños del bar Nueva
Granada para conseguirle chicas de vida alegre, donde inicialmente destacó
Martha Lucía, a quien llamaron Puta Vieja, no solo por su edad, sino por lo
veterana que era. Allí se marcó una rivalidad con una conocida como Corina, quien
tenía encuentros furtivos con Alvarito, una que otra vez en la frontera. Eso,
sin dejarse ver, por la rivalidad que tenía con Lanitu y Patty, quien convivía
con un proxeneta identificado como El Catire Nixon, conocido violador en los
pueblos centroccidentales de Coquivacoa.
Pero, volvamos al caso de Iván. En su estadía en
Santa Fé de los Cachacos, a este muchacho, quien siempre vestía elegantemente,
las mujeres comenzaron a verle un aire aristocrático y muy al estilo de las
cortes imperiales, lo apodaron “El Duque”. Con esas malacostumbres capitalinas,
Iván se fue convirtiendo en un fino proxeneta. Había conocido a dos muchachos,
Julio Borgia y Antonio Landino, quienes le vendieron la idea de llevarle al bar
“Nueva Granada” a chicas, bajo el pretexto de ponerlas a ganar mucho dinero.
De regreso a la tierra que lo vio nacer y crecer,
Iván se consiguió con la sorpresa que sus tíos, Alvarito y Juan Manuel se
habían peleado; con la amenaza de cerrar la vieja taberna, fundada por un
antepasado muy común entre ellos: Francisco de Paula, conocido en esos confines
como Pancho El Traidor. Sin pérdida de tiempo, Iván asumió la administración
del Nueva Granada. Las viejas y viejos trabajadores se fueron despavoridos,
iniciándose el desplazamiento de esos trabajadores, que en un 90% buscaron
otros destinos en la frontera. Iván quería gente atractiva que multiplicara en
dinero toda la organización que puso en practica en el viejo bar.
Don Almar,
Julio y Antonio le propusieron a Iván traer gente joven. –Pero no tengo dinero
para eso—manifestó el también llamado el Duque. Almar, Julio y Antonio le
dieron de inmediato la respuesta.—No te preocupes, tenemos un amigo gringo,
llamado Donald, quien está en la posibilidad de financiarte. Así fue, Iván El
Chulo montó el gran negocio de su vida. Recibía el pago en dólares de todas
aquellas personas que atravesaran la frontera. Amplió el negocio y los puso a
funcionar como tienda de departamentos: Mi Refugio, Suite el Inmigrante, entre
otros. Cualquier situación que se saliera de control, Iván El Chulo, el
proxeneta más famoso de la trasandina, coronó, llegando a tener su propio
cuerpo de seguridad, bautizado como Los Paracos. Mientras tanto, Julio, Almar,
y Antonio, le enseñaron a otros dueños de bares de la zona, como Peruvian Bar,
La Milonga Desaforada, La Ecuatoriana, Golpe a la Chilena, como conseguir ese
tipo de financiamiento. Incluso se organizaron en una asociación que
denominaron Cartel de Esgrimas, por su especialización en conseguir todo a
punta de armas blancas.
Cualquier casualidad con hechos de la vida real,
esto es solo un cuento.
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