Esperamos que Nicolás regresara a
Venezuela, para escribir esta corta crónica. Por qué. Sencillamente, el
aterrizaje del avión presidencial en Maiquetía se convirtió en el cierre de uno
de las etapas históricas más resaltante del presidente obrero. Su participación
en la 73º asamblea general de Naciones Unidas corroboró que es reconocido como
el Jefe de Estado de la República Bolivariana de Venezuela y derrumba la
campaña apátrida ejercida por quienes están pidiendo una intervención militar
en nuestro país. Al conocerse su viaje a Nueva York, se activó la estertórea
acción de quienes se hacen llamar “exiliados del régimen” Ese día, Tiwtterlandia,
como lo califica Ernesto Emilio, comenzó con la campaña de que a Nicolás le
pondría los ganchos al llegar JFK Airport, tal como declaró Diego Arria y le
dieron RT todos los esquizofrénicos y piscóticos seguidores de estos
personajillos que viven de la fantasía tecnológica de las RRSS. Antonio Ledezma
comenzó a supurar por las comisuras de los labios: A ese dictador no lo
recibirán en la ONU. Pero, resulta que al Vampiro lo mantuvieron detrás de una
cerca de seguridad, cuando llamaba a Nikki Haley para entrar al edificio de las
Naciones Unidas y sentarse en la bancada de los Estados Unidos. Sin
embargo, el hijo de Chávez llegó a la sede de la ONU en Turtle Bay, entre First
Avenue y la calle 42 de Manhattan. Pero,
lo peor ocurrió con la medio luto Luisa Ortega Díaz, quien increpó al gobierno
de Estados Unidos para que aprehendiera a Nicolás Maduro. “Donald Trump va a
reconocer la sentencia del honorable TSJ legítimo y pondrá preso al usurpador”,
exclamó Luisa Marvelia. Ni lo uno ni lo otro. Nicolás fue presentado como lo
que es. Presidente de la República, Jefe de Estado y Jefe de Gobierno de la
República Bolivariana de Venezuela. En términos diplomáticos, fue llamado al pódium
de oradores: Has the right to speak Mr. Nicolas Maduro, honorable president of
the Bolivarian Republic of Venezuela. (Tiene el derecho de palabra el señor
Nicolas Maduro, honorable presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela).
En la propia tribuna de oradores,
Nicolás Maduro dijo: “Ayer en este mismo lugar el presidente de EE.UU.
arremetió una vez más contra el noble pueblo de Venezuela enarbolando la
doctrina que hace 200 años fundó el imperio de los Estados Unidos y determinó
lo que iba a constituir luego su papel intervencionista”. Esta fue la respuesta
valiente y decidida de un mandatario cargado de dignidad. Fue el espíritu de
Bolívar que guió al presidente de esta república mestiza e indígena, al
recordarle las palabras del Padre de la Patria cuando le escribió al coronel
Patricio Campbell en carta el 5 de agosto de 1829: "Los Estados Unidos
parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre
de la libertad". En consecuencia le recalcó al zanahórico presidente
gringo: Estados Unidos niega el derecho que nos hemos ganado de gobernar como
sea necesario. Y es el término reafirmante de quienes empuñamos nuestro
gentilicio, para defender esta revolución. Venezuela es una nación soberana,
basado en la autodeterminación de un pueblo que le grita a los pitti yanquis,
como María Chorina Machado, Leopoldo López, Julio, Borges, David Smolansky. A
los otros ni mencionamos porque son los mayordomos de una generación apolítica
que no han podido ganar elecciones, pero quieren el poder con el apoyo del
Narcoestado colombiano, los herederos de Pinochet, Stroessner, Fujimori,
Videla, para implementar las políticas del Fondo Monetario Internacional, tal
como lo han hecho Mauricio Macri y Temer en Argentina y Brasil. Nicolás les
enseñó una gran lección: Somos Venezuela y no pasarán.
William Gómez García, periodista del
estado Anzoátegui