Quién entiende a esta Asamblea Nacional. En enero de 2017 aprobó abandono del cargo del
presidente Nicolás Maduro. Luego, el 12 de abril de este año, 2018, el TSJ que
sesiona en cualquier parte del mundo, anunció antejuicio de méritos contra el
presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela.
Pero, ahora se les fueron los tapones, con una parodia que raya en el
irrespeto y desconocimiento de una población que le dijo si a Nicolás, el
pasado domingo 20 de mayo. Con un Palacio Federal Legislativo convertido en la
carpa de aquel famoso Circo Razzore, estos
diputados llaman farsa a un proceso,
donde 6 millones y medio de venezolanos y venezolanas votamos por el candidato
de la Patria, Nicolás Maduro.
Si este parlamento hubiese actuado de esa manera contra Rómulo
Betancourt, como éste lo hizo en 1961 arbitrariamente, a esta hora estos
diputados estarían con la inmunidad parlamentaria allanada y trasladados a los
tribunales militares. Pero, la visión democrática participativa y protagónica
del proceso revolucionario, es, precisamente, respetar la disidencia política.
Y por ello es que Henry Ramos Allup, cual payaso Chaparrín y como guapetón de
barrio y cabillero del extinto Congreso Nacional, llama a la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana para que cumpla con la Constitución y le devuelvan la
soberanía al pueblo. Cuál soberanía, la que ellos negociaron por más de 40 años
con los gobiernos gringos. Cuál pueblo, el que utilizaron bajo la visión de una
Constitución representativa y negociaban los votos para perpetuarse en el
Poder. Ramos Allup es el menos indicado para hacer esos llamados.
Hoy esa Fuerza Armada Nacional Bolivariana ya no es Italo del Valle
Alliegro, el ministro de la Defensa cuando el Caracazo, no es Oswaldo Suju
Raffo, autor de la masacre de El Amparo. No es Vicente Luis Narváez Chourión,
ministro de la Defensa cuando la masacre de Cantaura. No, ahora es una Fuerza
Armada Pueblo, abrazada a un país creyente de los valores de Bolívar y Chávez.
Otro de los elementos de Ramos
Allup es que no hay precedentes sobre el supuesto triunfo de Nicolás Maduro.
Quienes conocemos la historia electoral de este país, en el pasado, cuando se
usaban tarjetas, una grande para presidente y otra pequeña para Congreso,
Asambleas Legislativas y Concejos Municipales, el elector estaba obligado
entregar en las casas de Acción Democrática el resto de las tarjetas. Caso
contrario, si era funcionario público era destituido. Rómulo Betancourt ganó en
1958 con un 34,61. Rafael Caldera obtuvo en 1968, 29,13% y en 1993, con el
30,46%. Me dirán, pero eran menos electores, desde el punto de vista absoluto
si, pero porcentualmente no cambian las estadísticas.
Otro de los argumentos de lo que se llama Frente Amplio Libre de
Venezuela y su mamá, la MUD es que no se cumplieron con los estándares
internacionales mínimos para las elecciones. Será que esos estándares son los mismos
cuando Donald Trump, fue electo en segundo grado, donde obtuvo 27,3 %, o
Mauricio Macri, en Argentina, quien ganó con el 26,8%; Juan Manuel Santos de
Colombia con 23,7%; Sebastián Piñera con
el 26,5% en Chile. O Mariano Rajoy con un 22% en España. Ese argumento dado por
la oposición trata de reivindicar a los gobiernos de derecha, sin mencionar a
Michel Temer electo con el 0%. Si se establece, ciertamente, esos estándares internacionales,
Nicolás Maduro ganó con el 67,84% del total de votos válidos.
En todo caso esa deslegitimación que arma, una vez más, la Asamblea
Nacional contra las elecciones del 20 de mayo, haciendo un llamado para que el “pueblo”
desconozca el triunfo de Nicolás Maduro. Es un paso más para seguir construyendo
un golpe parlamentario. Esa Asamblea Nacional pretende asumir la representación
de un país que, constitucionalmente, está conformado por cinco Poderes
Públicos, Ejecutivo, Judicial, Electoral y Moral o Republicano, lo que
demuestra que sigue en desacato por pretender asumir una condición
Supraconstitucional. Y no menciono a Henri Falcón, porque definitivamente quedó
como aquel bolero Caminemos del trío Los
Panchos: Esta es la ruta que estaba marcada que se perdió en la nada, Eso es
Falcón, la nada, como diría Hugo Chávez