Hasta
la década de los 90, en Puerto La Cruz, en el barrio Juan Bimba, funcionaron
los prostíbulos, que por su condición de zona portuaria, fue considerado una
necesidad por la cantidad de barcos de carga y tanqueros que atracaban en
Guanta. Allí, la tripulación de estas motonaves, dejaban gran cantidad de
dólares a las trabajadoras sexuales, en su mayoría colombianas que entraron a
Venezuela sin ningún tipo de restricción. Sin embargo, hoy estas mismas hijas
de Santander, se quejan de que las venezolanas la han desplazado de su propio
territorio, ante el mito de que irse de Venezuela es para buscar una mejor
forma de vida.
Pero
este no es el tema. Al escribir sobre Juan Bimba, aledaño a los barrios El
Pensil y Mariño, es para hacer referencia sobre uno de los establecimientos más
famoso que funcionó frente a los tanques de la industria petrolera: La Cumbre. Ese
mismo que sirvió de reunión para beber whisky y hacer grandes negocios, es
comparable a esa Cumbre realizada este viernes 23 de febrero en la Organización
de Estados Americano (OEA), para “dictarle” lecciones de democracia a
Venezuela. Y es que cada país que votó por una resolución que “ordena” a
nuestro país cancelar las elecciones presidenciales del 22 de abril y la
inclusión de todos los actores y partidos políticos, no es más que el producto
de las negociaciones dictada por el gran proxeneta o chulo del mundo: El
Imperio norteamericano.
En
la Cumbre del Puerto La Cruz de otrora, se paseaban colombianas, argentinas,
chilenas, peruanas, brasileñas y hasta panameñas quienes siempre aplicaban sus
tarifas, pero algunas veces daban descuentos a sus clientes. Y es que así se
comportan quienes negocian su dignidad, con tal de que el Imperio los tenga en
su lista. Por ejemplo el embajador mejicano Jorge Lomonaco, autor del proyecto
de resolución, quien jamás ha llamado la atención de la OEA sobre la suerte que
vive su país, y donde el presidente mejicano, Enrique Peña Nieto, no ha dado
respuesta sobre los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa; o los 6 mil 679
millones de pesos extraviados, en su gestión, durante la triangulación de
contratos; o los periodistas que son asesinados cada día en suelo azteca. Un
país forajido bajo la conducción de los grandes carteles del narcotráfico. Para
el administrador del gran bar La Cumbre, Luis Almagro, eso no es importante.
Solo el tema para ellos, entre cada botella de whisky es Venezuela.
Somos
un país soberano, independiente y bolivariano que no negocia su dignidad.
Frente a toda tormenta generada por los socios del Grupo de Lima, y la nueva
camada de países que votaron a favor de esa resolución, la respuesta como
venezolanos es que seguimos adelante, invocando
la doctrina del Padre Bolívar y el Legado del Comandante Chávez, bajo la
conducción del presidente constructor de victorias, Nicolás Maduro.
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