La nueva tendencia mundial está dada hacia los cambios culturales, especialmente en el ámbito urbano, tomando en cuenta que esto es producto de los cambios sociales y políticos generados por una sociedad en crecimiento. En el caso de América Latina la cultura urbana es una complejidad geográfica-espacial, donde los ciudadanos cada vez más reclaman su derecho a desarrollarse como seres humanos.
Sin embargo, en nuestra zona metropolitana, conformada por los cuatros municipios, Bolívar, Sotillo, Urbaneja y Guanta, tenemos formas distintas para abordar esa cultura urbana, donde el elemento fundamental es el caos, la anarquía y otras formas que rayan en la indisciplina producto de los antivalores que corroen a una sociedad que les importa cómo vivir y como desarrollar sus actitudes.
La forma como se desenvuelve el tránsito, donde cada usa la fuerza automotriz para quitarles espacios a los demás. Eso se observa en las horas picos, donde el transporte público, sin importarle quien cruza o no, le tiene sin cuidado el peatón o en todo caso de qué manera el usuario aborda las unidades autobuseras.
La cultura urbana que se construye en esta parte de Venezuela está moldeada por quien ocupa más espacios en las aceras o quien cruza más rápido en los accesos prohibidos de nuestras principales avenidas y calles.
Ayer por cierto, en horas de la mañana una unidad de tránsito terrestre, identificada con el número, el funcionario que la conducía a la altura de la avenida Cajigal, muy cerca del puente Bolívar de Barcelona, intentó dirigir el tránsito desde el volante para evitar el cruce a en las adyacencias de la sede del rectorado de la Universidad de la Gran Mariscal de Ayacucho. Ahora es la forma de dar ejemplo para que la gente atienda las directrices de tránsito terrestre. No esa no es la forma. Igual ocurre en los accesos de los puentes, avenidas, puntos de semáforo la permisividad del propio funcionario en permitir cruces prohibidos.
Esa es lamentablemente la cultura urbana que se está construyendo.
